Una experiencia inolvidable
En el exterior, Irena excavaba hoyos bajo un árbol y enterraba allí, escondidos y para que no se extraviaran, unos botes de cristal con información sobre la verdadera identidad de los niños a los que salvaba. Así, podrían reunirse con sus familias más adelante. Ella, sin embargo, nunca consideró un éxito espectacular su labor y siempre recordaba a todos aquellos a los que, desgraciadamente, no pudo auxiliar.
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