La máquina
Era una
tranquila noche de otoño. Nuestra querida amiga Sara dormía
apaciblemente. De repente sonó el teléfono. Sara se despertó
aturdida. Cogió el teléfono y preguntó:
- ¿Quién es?
Al otro
lado del teléfono se escuchó:
- Sara, ¿eres tú?
Ella
respondió:
- Si, ¿qué pasa?
- Soy Antonio. Necesito que te reúnas cuanto antes conmigo en la puerta del Castillo en ruinas. Tengo una cosa muy importante que decirte.
- De acuerdo. Voy para allá.
- ¡Vale!. ¡Nos vemos!.
- ¡Adiós!
Entonces
Sara se puso un abrigo, cogió su coche rojo y salió a toda
pastilla. Cuando llegó y vio a Antonio, le preguntó:
- ¿Qué es lo que pasa?¿Por qué esas prisas?
El
respondió:
- Lo que pasa es que ha sido encontrada una nave con tecnología que no es de este mundo. Así que quiero que vengas conmigo a investigar la nave.
- ¡Vale!. Iré, pero si dejas venir a Alfonso.
- ¡De acuerdo! Me parece bien.
- Entonces nos vamos y lo llamo por el camino.
- ¡Vale!
Entonces
Antonio y Sara se meten en el coche y se dirigen a su destino.
Al llegar
a donde estaba esa especie de nave, se encontraron con Alfonso y lo
saludaron. Tanto como Sara y Alfonso, Antonio también se sorprendió
al ver la nave. Cuando entraron y la examinaron por dentro, se
sorprendieron aún más. Tenía muchos dispositivos. De repente, la
nave empezó a moverse y, en un instante, estaba surcando el cielo.
A Sara le
dio un ataque de nervios y, afortunadamente, de forma accidental
pulsó un botón que resultó ser el de aterrizaje. Poco a poco la nave fue
descendiendo.
En cuanto
aterrizó, Sara y compañía salieron corriendo y, de nuevo, la nave
salió volando hacia el espacio y perdiendose en la lejanía.
¡Fantástico!
ResponderEliminarUmmmm...interesante historia. Se nota que te gusta esto de escribir, lo haces muy bien. Felicidades.
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